Todos lo creemos, pero no es real
A veces, no sabemos muy definir qué significa exactamente «ser culto» o «tener cultura«: se supone que se trata de tener un conocimiento amplio sobre un montón de temas, entre los que se encuentran las costumbres sociales y un cierto saber estar. La verdad, es que es difícil saber su significado, porque la palabra cultura tiene tantas acepciones y diferentes etimologías, que buscar una que se ajuste a todas las situaciones es difícil, así que nos ajustaremos a la más común, la de tener nociones sobre temas variados, se supone adquiridas por el esfuerzo intelectual de aprender y el amor por el conocimiento.
Porque, ya sabes, la cultura no ocupa lugar, o al menos eso dicen. Para empezar, es un gusto por supuesto hablar con cualquiera que tenga cultura, y beneficiarnos de ella a través del intercambio de ideas. Pero como estas ideas fueron durante mucho tiempo transmitidas de boca en boca, poco a poco se fueron distorsionando y distanciándose de la verdad, ya sea porque cada uno lo contó a su manera, o porque después se supo que no eran tan ciertas ni absolutas. ¿Te puedes creer que aún hoy, existen ciertos mitos que todos consideramos verdades absolutos, pero que no lo son y poco nos ha importado que se haya demostrado que es así? Fíjate cómo a veces, un error repetido millones de veces, puede convertirse en verdad:
- Los perros ven en blanco y negro: Para nada, ven en color, aunque es cierto que en una gama más escasa que los humanos, y además sin tanta nitidez.
- Los camellos llevan agua en sus jorobas: Lo que llevan en sus jibas no es agua, sino grasa; un compuesto de lípidos que les proporciona tanto alimento como hidratación.
- Los rayos no caen dos veces en el mismo lugar: Quien dijera eso alguna vez, estaba echando por tierra la utilidad del pararrayos, porque ¿de qué serviría este objeto si sólo pudiera atrapar un sólo rayo en toda su existencia?
- Los murciélagos son ciegos: No lo son, aunque es cierto que su vista no está muy desarrollada; como usan la ecolocación para orientarse y encontrar a sus presas, el sentido de la vista no les es muy necesario.
- Los mentirosos no miran a los ojos: Bueno, eso nos gustaría creer, y mucho más que a nosotros a todos los que trabajan en el sistema judicial, para empezar. Nuestro cerebro tiene su propia química a la hora de permitirnos decir una mentira, pero por desgracia no da pistas tan claras como esa.
- Los vikingos tenían cascos con cuernos: No hay una sola evidencia histórica de esto, así que se supone que esto fue un mito inventado por los cristianos, que veían en los invasores nórdicos al mismo demonio, con cuernos y rabo incluidos.
- Los microondas pueden provocar cáncer: No, no pueden, y la razón es bastante simple, ya que no son «ionizantes». Solo la radiación UV de alta frecuencia, los rayos X y los rayos gamma tienen suficiente energía para liberar electrones de las moléculas.